lunes, 1 de julio de 2013

Protocolo, ciencia, universidad y seriedad

El marketing está constituido por una serie de útiles herramientas para su empleo en el ámbito de lo mercantil: Su estadística, repetitiva en su caso, como el contar las veces que se emplea una palabra en un reclamo comercial, no tiene nada que ver –a priori- con los instrumentos del análisis científico de la realidad y menos para establecer, de modo tan aleatorio y surrealista, conclusiones validables que nos den la temperatura de foros que se reclamen científicos, por muchos colgajos rutilantes que se les ocurra.

Lo verdaderamente científico, dentro de la Universidad, es mucho más prudente, modesto y pausado. Se van dando pasos poco a poco como manda la verdadera ciencia. Eso pretendemos hacer, por ejemplo, con la revista científica sobre Protocolo en la que trabajamos una serie de doctores por diversas y prestigiosas universidades, y que en conjunto abarcamos todos los ámbitos de las ciencias jurídicas y sociales, relacionadas con la comunicación. Vamos a ir poco a poco, pero son echar las campanas al vuelo.
Una revista científica, que aspire a homologarse con las demás publicaciones indexadas en los más cualificados registros internacionales, exige cumplir una serie de rigurosos requisitos lo mismo que un verdadero congreso universitario y científico, donde toda aportación ha de ser sometida a revisión ciega, anónima y por pares. Y con tiempo. Así se llevó a cabo la XIII Edición del Congreso Internacional de Protocolo, de la OICP, celebrado hace unos meses. Se rechazaron ponencias y se introdujeron modificaciones en otras.

Vamos a ver si empezamos a ser serios, porque quienes pretendemos trabajar con rigor y solvencia científica, sometidos a sus criterios y reglas, empezamos a sentir cierto hartazgo del uso descocado que se viene haciendo de los términos “científico” y “universitario” a través de muy respetables iniciativas (en su propio espacio) que, además de tratar de ocupar un rol que les es metodológicamente ajeno, pretenden convertirse en los gestores, descubridores e inventores de una nueva ciencia. Ellos solitos.
Algunas afirmaciones y ocurrencias se hacen de manera tan ostensible y repetida que, por si solas pierden credibilidad por pura inflación, lo que denota una especie de patología que debería ser tratada por un especialista en mitología galopante invasiva.  Pero no menos graciosas que estas cosas que se dicen, resultan los palmeros, animadores y muñidores que rápidamente se suman al coro de grillos que aparecen de inmediato con ejemplar fidelidad.

Proponemos ahora un poco de seriedad. Para nosotros, muchas personas siguen mereciendo el reconocimiento y el respeto por lo que hicieron en otro tiempo y por lo que harían ahora, si pensaran menos en el marketing.

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