sábado, 15 de septiembre de 2012

Protocolo, intrusismo, oferta formativa y leyes del mercado




Graduación de los alumnos de ESERP en Barceloa. Julio 2012
Para hablar propiamente de intrusismo dentro de una profesión, es preciso que previamente esa profesión esté regulada, cuente con estatuto jurídico propio que la defina, y que el Estado exija a quienes han de desempeñar determinados puestos estar en posesión de un título específicamente habilitante. Ninguna de las carreras de comunicación vigentes en España responde a este esquema.

Particularmente, en los empleos, públicos o privados, relacionados con el protocolo, hallamos gran variedad de situaciones; en el ámbito público, lo más que se requiere, cuando las plazas concretas exigen un determinado nivel académico, es poseer alguna titulación media o superior, no siempre específica, salvo en funciones de carácter jurídico o pericial (secretario, interventor, arquitecto, ingeniero). Donde existe, el jefe de Protocolo puede ser un licenciado en Derecho o en alguna carrera de comunicación, eso e el mejor de los casos, con formación complementaria o autodidacta.

Hasta la aprobación por parte de la ANECA de la nueva carrera de “Protocolo”, existía –y existe- en el mercado una considerable oferta privada de todo tipo de cursos, títulos y productos formativos, de diversas calidades y contenidos, impartidos por entidades privadas y diferentes situaciones derivadas de convenios y acuerdos con centros universitarios, públicos y privados, aparte de los títulos propios (tanto master como de especialista) que brindaban algunas universidades públicas como formación complementaria o reciclaje profesional. Ahora mismo, en algunos másters oficiales hay líneas de investigación dedicadas al protocolo. Yo mismo tengo dos, en master oficial, insisto.

A la situación existente se unió la aprobación por del grado, master y Doctorado en Protocolo, primero residenciado en una activa y muy comercial universidad privada, y ahora con réplica en otra pública. Hasta el presente, los contenidos de protocolo en la licenciatura solían encuadrarse, a veces como itinerarios, en la carrera de Relaciones Públicas, o bien asignaturas específicas en el curriculum general.

Dadas las coincidencias de las salidas profesionales ofertadas en Protocolo (véanse las web de los centros que ofrecen esta carrera) con los otros estudios de comunicación, en concreto con Periodismo y Relaciones Públicas y Publicidad, se han provocado algunos recelos, ya que existe una excesiva oferta de estudios de la misma familia en estos momentos y la sociedad no es capaz de digerir tantos titulados.

Las  investigaciones de VIVAR, GARCÍA, ABUÍN y VINADER (2010) sobre la situación de los estudios de comunicación en España frente al reto del Espacio Europeo de Educación Superior, señalan: “Estos estudios incrementan su demanda año tras año. No obstante, ésta no va acompañada de una inserción laboral proporcional, lo que, unido a la profunda crisis por la que están atravesando los grupos de comunicación, está provocando una importante tasa de paro entre los licenciados en alguna de las tres titulaciones (tradicionales), que optan por buscar salidas profesionales alternativas.” ¿Qué pasará ahora que tenemos una nueva carrera que ofrece, entre sus salidas, algunas que estaban incluidas en las de Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas, con su respectiva orientación en cada caso? Yo nunca he cuestionado la nueva carrera de Protocolo, lo que sí que he defendido es una mayor personalización de sus contenidos y salidas.

Bolonia recomienda que las titulaciones propuestas por los Estados habrán de responder a demandas sociales por lo que se hace necesario un análisis y definición de perfiles profesionales considerando, entre otros, las características del mercado laboral nacional y europeo, el parecer de las asociaciones profesionales y la experiencia acumulada por las propias universidades. Pero era también cierto el clamor de los profesionales de Protocolo que deseaban contar con una carrera específica. Y a ello se dio respuesta en la forma conocida. Incluso los más críticos, como yo mismo, hubimos de reconocer ese clamor de los profesionales, frente a un cierto escepticismo de los académicos.

Las normas que precedieron a la adaptación del sistema universitario español a la Carta de Bolonia, sin embargo,  señalaban que no procedería establecer un nuevo titulo oficial cuyos contenidos y efectos profesionales coincidieran con otro, cosa que evidentemente ocurre. Además, desde algunos foros y asociaciones, se pretende que el grado que actualmente imparten solamente dos universidades,  en colaboración con entidades privadas, sea el único y obligatorio acceso profesional para esta actividad. Y esa es otra cuestión. Y creo que en este sentido, la fuerza normativa de los hechos impondrá, como impone en otros ámbitos de la comunicación, que las diversas vías puedan convivir dentro del mismo espacio. Ya decidirá el mercado.

Bienvenida sea la nueva carrera, que tendrá que competir, como compiten otras de la misma familia, con otros estudios y ofertas, dentro del mismo ámbito, porque en el futuro, más que el título (el papel todo lo soporta) será la competencia y la capacitación profesional, el entusiasmo y la voluntad de trabajo la que coloquen a los mejores.

La libertad de empresa y de expresión que contiene nuestra Constitución garantiza la libre iniciativa en el ámbito formativo, correspondiendo al Estado controlar que la enseñanza, con independencia de que sea pública o privada, reglada o complementaria, título oficial o privado. Por lo tanto, bienvenida sea toda oferta de calidad se imparta donde se imparta. Ningún título, ni privado ni público garantiza el empleo, sino la buena formación, la capacitación y el esfuerzo demostrado.

Y aceptemos que en universo comercial del protocolo, unos venden un producto y otros, otro. Las leyes inexorables del mercado y el ecosistema laboral, pondrán a cada uno en su sitio. Como ocurre con todo en la vida. No existe el intrusismo en este mercado. Eso se llama competencia.

Ahora bien, cuando una universidad que tiene más de cinco siglos ofrece un curso de especialización, francamente, para mí merece mucho más respeto que otras ofertas del mercado. Y creo que a los empleadores, les impresionará mucho más un universitario, con una carrera específica, que además exhibe un título propio, digamos por Salamanca, que otros productos del mercado. Pero eso que yo creo no tienen por qué compartirlo los demás.

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