Lo verdaderamente científico, dentro de la Universidad, es
mucho más prudente, modesto y pausado. Se van dando pasos poco a poco como
manda la verdadera ciencia. Eso pretendemos hacer, por ejemplo, con la revista
científica sobre Protocolo en la que trabajamos una serie de doctores por
diversas y prestigiosas universidades, y que en conjunto abarcamos todos los
ámbitos de las ciencias jurídicas y sociales, relacionadas con la comunicación.
Vamos a ir poco a poco, pero son echar las campanas al vuelo.
Una revista científica, que aspire a homologarse con las
demás publicaciones indexadas en los más cualificados registros
internacionales, exige cumplir una serie de rigurosos requisitos lo mismo que
un verdadero congreso universitario y científico, donde toda aportación ha de
ser sometida a revisión ciega, anónima y por pares. Y con tiempo. Así se llevó
a cabo la XIII Edición del Congreso Internacional de Protocolo, de la OICP, celebrado
hace unos meses. Se rechazaron ponencias y se introdujeron modificaciones en
otras.
Vamos a ver si empezamos a ser serios, porque quienes pretendemos
trabajar con rigor y solvencia científica, sometidos a sus criterios y reglas,
empezamos a sentir cierto hartazgo del uso descocado que se viene haciendo de
los términos “científico” y “universitario” a través de muy respetables
iniciativas (en su propio espacio) que, además de tratar de ocupar un rol que
les es metodológicamente ajeno, pretenden convertirse en los gestores, descubridores
e inventores de una nueva ciencia. Ellos solitos.
Algunas afirmaciones y ocurrencias se hacen de manera tan
ostensible y repetida que, por si solas pierden credibilidad por pura
inflación, lo que denota una especie de patología que debería ser tratada por
un especialista en mitología galopante invasiva. Pero no menos graciosas que estas cosas que se
dicen, resultan los palmeros, animadores y muñidores que rápidamente se suman
al coro de grillos que aparecen de inmediato con ejemplar fidelidad.Proponemos ahora un poco de seriedad. Para nosotros, muchas personas siguen mereciendo el reconocimiento y el respeto por lo que hicieron en otro tiempo y por lo que harían ahora, si pensaran menos en el marketing.
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