Hace años que el Protocolo está
presente en la Universidad, lejos de iniciativas meramente comerciales, dentro
de una estrategia de marketing, respetable, como todas, en su ámbito. Desde que
la Doctora María Teresa Otero Alvarado presentara su tesis doctoral, afrontado
desde una perspectiva socio-histórica esta materia, han sido muchas las
investigaciones de elevado nivel (y que obtuvieron la máxima calificación que
se puede obtener en el máximo grado de los estudios universitarios), que han
tenido como marco las Universidades de Sevilla, Complutense, Málaga, Vigo,
Salamanca, Granada y otras. Yo mismo he tenido el repetido honor de presidir
los tribunales juzgadores en alguna de las más recientes en las Universidades
de Sevilla y Málaga.
La Universidad española, la
pública, esencialmente, lleva pues muchos años investigando y dando respuesta a
las grandes cuestiones que, desde una perspectiva científica, con una
proyección que trasciende la de ser un mero banco de datos, a los aspectos
puramente anecdóticos o casuísticos de la cuestión. Por eso, erraron quienes
llegaron a afirmar que, al convertirse en una carrera específica, al
reconocerle la ANECA tal carácter, le protocolo “llegaba a la Universidad”.Quienes al margen de toda expectativa, batalla o interés comercial nos aproximamos al fenómeno del protocolo como una parte de la comunicación corporativa a institucional, observamos alarmados que, en cierto modo, se ha convertido en un territorio asilvestrado, por varias razones que expondré.
Existe una oferta de estudios,
carreras, cursos y actividades más o menos regladas absolutamente excesiva, no
siempre con la calidad y el contraste necesario. Es una actividad que, desde su
perspectiva comercial, se reinventa cada día: se ofrecen nuevas carreras,
estudios especialidades o salidas, que son lo mismo de siempre, pero, a veces,
con el nombre en inglés. Se anuncian a bombo y platillo todo tipo de cursos que
crean falsas expectativas, para luego no llegar a celebrarse, porque le objetivo
comercial no se alcanza.
Y lo peor es que todo esto no
tiene remedio. La libertad del mercado es un derecho. Por eso, al menos en el
espacio público, la Universidad debe ser rigurosa, sistemática y precisa,
diferenciándose de otras vías, absolutamente insólitas (y que uno no comprende
que la en otros ámbitos severa ANECA tolere). La lectura de la oferta comercial
de alguno de estos estudios y carreras, que pretende fabricar universitarios
sin bachillerato, amoldando las normas complementarias (legítimas para quien no
pudo o quiso estudiar en su día) a un previo proceso de pago que luego se
convalida es sencillamente bochornoso, si se tiene en cuenta el esfuerzo que se
requiere a cualquier estudiante que quiera llegar a los estudios superiores.
Así que se ha inventado una
alternativa que, mediante el estipendio adecuado, facilita lo que no se ha
logrado mediante el esfuerzo, la dedicación y el estudio. Y este debe ser el
camino para triunfar en la vida.
El protocolo es una cuestión de
moda. Al margen de mis apreciaciones críticas, hemos de saludar las iniciativas
que traten de avanzar seriamente, procedan de donde procedan y se lleven a cabo
donde sea, en el estudio y la reflexión. Pero, nos engañemos. Tampoco planteemos
como grandes novedades cuestiones resueltas y respuestas dadas hace tiempo. Si
se quiere aprender y estudiar, la base de datos TESEO brinda un enorme campo de
referencias científicas, para aproximarse a las aportaciones, estudios e
investigaciones de máximo nivel que ya existen sobre el protocolo.
A mi entender, vendría bien una
gran reflexión colectiva sobre el presente y el futuro de los estudios,
salidas, ofertas y engaños del protocolo como carrera en España, que se
plasmara en una declaración o manifiesto solemne de los agentes seriamente
implicados en este proceso que cribara el grano de la paja y pusiera a cada uno
en su sitio. Pero eso no va a ocurrir. Cada uno ya sabe el que ocupa.
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