Graduación de los alumnos de ESERP en Barceloa. Julio 2012 |
Particularmente,
en los empleos, públicos o privados, relacionados con el protocolo, hallamos
gran variedad de situaciones; en el ámbito público, lo más que se requiere,
cuando las plazas concretas exigen un determinado nivel académico, es poseer
alguna titulación media o superior, no siempre específica, salvo en funciones
de carácter jurídico o pericial (secretario, interventor, arquitecto,
ingeniero). Donde existe, el jefe de Protocolo puede ser un licenciado en
Derecho o en alguna carrera de comunicación, eso e el mejor de los casos, con
formación complementaria o autodidacta.
Hasta
la aprobación por parte de la ANECA de la nueva carrera de “Protocolo”, existía
–y existe- en el mercado una considerable oferta privada de todo tipo de
cursos, títulos y productos formativos, de diversas calidades y contenidos,
impartidos por entidades privadas y diferentes situaciones derivadas de convenios
y acuerdos con centros universitarios, públicos y privados, aparte de los
títulos propios (tanto master como de especialista) que brindaban algunas
universidades públicas como formación complementaria o reciclaje profesional.
Ahora mismo, en algunos másters oficiales hay líneas de investigación dedicadas
al protocolo. Yo mismo tengo dos, en master oficial, insisto.
A
la situación existente se unió la aprobación por del grado, master y Doctorado
en Protocolo, primero residenciado en una activa y muy comercial universidad
privada, y ahora con réplica en otra pública. Hasta el presente, los contenidos
de protocolo en la licenciatura solían encuadrarse, a veces como itinerarios,
en la carrera de Relaciones Públicas, o bien asignaturas específicas en el
curriculum general.
Dadas
las coincidencias de las salidas profesionales ofertadas en Protocolo (véanse
las web de los centros que ofrecen esta carrera) con los otros estudios de
comunicación, en concreto con Periodismo y Relaciones Públicas y Publicidad, se
han provocado algunos recelos, ya que existe una excesiva oferta de estudios de
la misma familia en estos momentos y la sociedad no es capaz de digerir tantos
titulados.
Las investigaciones de VIVAR, GARCÍA, ABUÍN y VINADER (2010) sobre la situación de los estudios de comunicación en España frente al reto del Espacio Europeo de Educación Superior, señalan: “Estos estudios incrementan su demanda año tras año. No obstante, ésta no va acompañada de una inserción laboral proporcional, lo que, unido a la profunda crisis por la que están atravesando los grupos de comunicación, está provocando una importante tasa de paro entre los licenciados en alguna de las tres titulaciones (tradicionales), que optan por buscar salidas profesionales alternativas.” ¿Qué pasará ahora que tenemos una nueva carrera que ofrece, entre sus salidas, algunas que estaban incluidas en las de Periodismo, Publicidad y Relaciones Públicas, con su respectiva orientación en cada caso? Yo nunca he cuestionado la nueva carrera de Protocolo, lo que sí que he defendido es una mayor personalización de sus contenidos y salidas.
Bolonia recomienda que las titulaciones propuestas por los Estados habrán de responder a demandas sociales por lo que se hace necesario un análisis y definición de perfiles profesionales considerando, entre otros, las características del mercado laboral nacional y europeo, el parecer de las asociaciones profesionales y la experiencia acumulada por las propias universidades. Pero era también cierto el clamor de los profesionales de Protocolo que deseaban contar con una carrera específica. Y a ello se dio respuesta en la forma conocida. Incluso los más críticos, como yo mismo, hubimos de reconocer ese clamor de los profesionales, frente a un cierto escepticismo de los académicos.
Las
normas que precedieron a la adaptación del sistema universitario español a la
Carta de Bolonia, sin embargo, señalaban
que no procedería establecer un nuevo titulo oficial cuyos contenidos y efectos
profesionales coincidieran con otro, cosa que evidentemente ocurre. Además,
desde algunos foros y asociaciones, se pretende que el grado que actualmente
imparten solamente dos universidades, en
colaboración con entidades privadas, sea el único y obligatorio acceso
profesional para esta actividad. Y esa es otra cuestión. Y creo que en este
sentido, la fuerza normativa de los hechos impondrá, como impone en otros
ámbitos de la comunicación, que las diversas vías puedan convivir dentro del
mismo espacio. Ya decidirá el mercado.
Bienvenida
sea la nueva carrera, que tendrá que competir, como compiten otras de la misma
familia, con otros estudios y ofertas, dentro del mismo ámbito, porque en el
futuro, más que el título (el papel todo lo soporta) será la competencia y la
capacitación profesional, el entusiasmo y la voluntad de trabajo la que
coloquen a los mejores.
La
libertad de empresa y de expresión que contiene nuestra Constitución garantiza
la libre iniciativa en el ámbito formativo, correspondiendo al Estado controlar
que la enseñanza, con independencia de que sea pública o privada, reglada o
complementaria, título oficial o privado. Por lo tanto, bienvenida sea toda
oferta de calidad se imparta donde se imparta. Ningún título, ni privado ni
público garantiza el empleo, sino la buena formación, la capacitación y el
esfuerzo demostrado.
Y
aceptemos que en universo comercial del protocolo, unos venden un producto y
otros, otro. Las leyes inexorables del mercado y el ecosistema laboral, pondrán
a cada uno en su sitio. Como ocurre con todo en la vida. No existe el
intrusismo en este mercado. Eso se llama competencia.
Ahora
bien, cuando una universidad que tiene más de cinco siglos ofrece un curso de
especialización, francamente, para mí merece mucho más respeto que otras
ofertas del mercado. Y creo que a los empleadores, les impresionará mucho más
un universitario, con una carrera específica, que además exhibe un título
propio, digamos por Salamanca, que otros productos del mercado. Pero eso que yo
creo no tienen por qué compartirlo los demás.
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