Estos días, los turiferarios más conocidos, los periodistas
de cámara de mayor renombre, los émulos de los que se cambiaron por las mulas
de Fernando VII, lanzan las campanas al vuelo, despliegan la trompetería más
servil para proclamar su goce por la gran efemérides, se cumplen seis meses de
que el sucesor del Caudillo a título de Rey cambió su rol de Rey activo por Rey
honorario, meritorio o vaya usted a saber exactamente qué. Insólita figura,
duplicidad no contemplada en la Constitución, que tanto se invoca como texto inamovible
cuando conviene.
Veamos las grandes novedades de Felipe, a tenor de lo que
publica la Casa Real y propalan sus más leales y entusiastas siervos.
-- Prohibir a los miembros de la familia real que trabajen
para empresas públicas o privadas. Sólo podrán desarrollar las actividades
institucionales que les encargue el Rey o, en su caso, el Gobierno, cuando
requiera su aprobación. Pero eso ya caía de cajón, ya que podían ser
considerados como “funcionarios” que cobraban del Estado hasta ahora. Lo
anormal es lo que ha venido pasando y pasan.
-- Los miembros de la familia de Felipe VI, que no formen
parte de la familia real, no desarrollarán actividades institucionales ni
percibirán retribución del presupuesto de la Casa del Rey. De momento, no
sabemos si la infanta Elena está dentro o fuera de ese concepto de familia,
porque la siguen mandando a representar a la Corona a los más diversos menesteres.
-- El establecimiento, antes de que finalice 2014, de un
régimen jurídico de los regalos recibidos por los miembros de la familia real.
Lástima que no alcance la devolución de otros que no sólo se disfrutaron, sino
que se pulieron y cuyos beneficios aparecieron en Suiza, como la venta de la
isla de Cortegada, en Galicia.
-- La aprobación de un código de conducta para el personal de
La Zarzuela que incorpore principios de buen gobierno. ¿Para qué? Todo el
personal de la Administración del Estado debe cumplir sus deberes con probidad
y honradez.
-- A partir de 2015, las cuentas de la Casa del Rey estarán
sometidas a una auditoría externa realizada por la Intervención General del
Estado. ¿Qué cuentas? ¿Sabremos de verdad lo que cuesta la Casa Real o sólo el
presupuesto oficial específico, que deja fuera los costos de la Institución que
cubren Hacienda, Interior, Defensa, Transportes y Asuntos Exteriores?
Estos últimos días, se han añadido “como novedades
relevantísimas” medidas tan renovadoras como
-Cambio del mástil de la bandera en el Complejo de la Moncloa
y reducción a cuatro ocasiones, la ceremonia ordinaria de izado y arriado.
-Supresión de la expresión “Que Dios guarde” en el
encabezamiento de las invitaciones de la Casa Real.
-Clasificación de los ciudadanos en función de sus tendencias
sexuales, convirtiendo en “un colectivo” a los heterosexuales; de modo que los
ciudadanos no se seleccionan por lo que son o representan, sino por sus
pulsiones más íntimas.
¿Y qué pasa con los privilegios de que gozan los miembros de
la familia del Rey en cuanto a viajes, uso de zonas Vips de los aeropuertos, escoltas
(incluido el justiciable Urdangarín? Salvo lo que ahora se nos presenta como
núcleo reducido de la familia, ¿se suprimirán los otros miembros de la familia
(infantes) en el orden de precedencias del Protocolo oficial que trasladan al
presidente del Gobierno, elegido por los ciudadanos y demás cargos
democráticos, a partir de la 8ª plaza?
La monarquía es la misma de siempre, con apenas un pobre
maquillaje.
¡Ah!, pero están muy contentos. Las tres personas mejor
valoradas de España, en el escenario político son Felipe I, Letizia Ortiz y
Pablo Iglesias.
Es que éste es un país con mucha guasa.
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